Para muchos, las creencias son la fuente, el poder y la riqueza de muchos pueblos. No hay un pueblo en el planeta que no lleve una religión, costumbre o idiosincrasia que no afecte de manera positiva o negativa a los integrantes que la conforman.
Las iglesias cristianas, así como otras juegan un papel importante en la vida de hombre actual. No es que se ponga en duda la fe y los milagros que de ella se muestra. El asunto es cuando se enraíza tanto un modelo o estilo de vida que no es posible determinar qué es verdadera devoción de fe y que es fanatismo. No quiero decir con esto que sea fanático o esté en contra del fanatismo.
Me gusta más la realidad de las cosas tales como son. Pero ¿Por qué una religión tan rica como la cristiana tienes tantas afecciones? Porque los llamados pueblos cristianos no son tan ricos como otros pueblos que conservan de manera orgullosa una fe y un progreso sin excedentes.
Aparentemente la práctica de la vida religiosa en los pueblos cristianos se hace cada vez más notoria. Los padres muestran a los hijos la entrega y la devoción a una determinada creencia que siempre termina en un fin que suele transformar la vida del ser humano. Pero cada una de estas prácticas religiosas se hace cada vez más extrañas y se van dividiendo cada vez más.
Por lo tanto, más que una religión, es un modo de vivir una religión, existiendo a lo largo de la historia de las religiones muchas que pueden encajar en este tipo.

